lunes, 17 de junio de 2013

¡Qué soledad sin ti, más solitaria!


  La música del viento acuna
el canto de los grillos.
Lloran a los luceros
sus quebrantos de soledad en la noche.
Plagado de sombras el rumoroso arroyo
ansioso recorre las huellas de su triste cauce.
Allí, el agua besa su margen con sonidos de añoranza,
donde bailan al viento, sumisas y obedientes las hojas.
Ellas, dan a la noche su serenata llorando un sueño,
cuando la blanca Luna derrama en el Roble su blanco brillo,
cual fuera una gasa.
Allí queda la noche atrapada
en el silencio mágico y efímero,
en la belleza de sus verdes ramas,
cuando el Roble acaricia a La Luna
con la brisa leve que mueve sus ramas.
Celeste suspira la noche.
¡Qué soledad sin ti, más solitaria!


M M

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