jueves, 8 de noviembre de 2012

¡Vete!

Silenciosa, callada
esperé tu respuesta.
Volví a insistir,
te implore en el silencio
sin mediar palabra.
Necesito oírtelo decir:
(Silencio)
Volví a insistir,
y rasgaste mi pecho,
hendiste tu dedo
ahí donde más duele,
donde el dolor no se entiende.
Se abrió una herida y sangró.
Entonces oí,
silenciosa, callada,
ahogada, oprimida por el dolor
la sangre en mis venas.
La mirada perdida.
Una tormenta se desató,
y como si un río fuese
mis lágrimas rodaron.
Sentí en mis labios lo salado,
y el llanto exhaló por mi boca
al oír de tu voz casi rota, decir
¡Vete!

M M

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